Estamos en pleno invierno, y las bajas temperaturas mañaneras (por debajo de cero grados), no han hecho más que recordárnoslo desde el primer momento.
A eso de las 8 horas nos desplazamos hasta la localidad de Dúrcal un centenar de senderistas del Poniente Granadino para, sobre las 9 horas, realizar esta ruta lineal que nos permite recorrer parte de los pueblos de la comarca del Valle de Lecrín en su zona sur, suroeste.
Comenzamos a caminar desde las inmediaciones de la Ermita de San Blás en Dúrcal, para callejear bien abrigaditos, dirección sur, saliendo del pueblo por un carril cementado que nos coloca bajo el puente de la Autovía de la Costa. Dejamos el mencionado carril prácticamente bajo el puente de dicha autovía, girando fuertemente a la izquierda adentrándonos por un carril, ahora de tierra, en el barranco que salva el gran puente y la cañada de la Pomma. A la derecha, coronando la Loma de San Antonio, se encuentran los restos del antiguo “hisn” de Dúrcal, conocido popularmente como “Peñón de los Moros”. A partir de este momento, andaremos en ascenso, por el carril de servicio de la autovía dirección sur, hacia la costa granadina, unas veces por tierra y otras por hormigón, teniendo a nuestro frente (sur-suroeste) el pausado girar de los 6 aerogeneradores de las lomas de Murchas, hacia los que en continua subida nos dirigimos. A nuestra izquierda (noreste) la gran barrera que supone la autovía, más allá las casas de Nigüelas, semiperdidas entre el humo y la niebla, y como telón de fondo, las escarpadas laderas de Sierra Nevada, con poca nieve en las cumbres del Pico del Caballo (el “pico tres mil” más occidental de Sierra Nevada: 3.011 msnm).
Terminamos la subida, los aerogeneradores de Murchas quedan a nuestra altura, a la derecha, cambiamos de viso y la panorámica hacia los pueblos del Valle se nos presenta majestuosa frente a nosotros. Es el momento de ir situándolos uno por uno, desde el más lejano Pinos del Valle, con el embalse de Béznar a sus pies, e ir girando paulatinamente la mirada por nuestro horizonte lejano, enumerando a Albuñuelas, Restábal, Melegís y Chite. Prácticamente a nuestros pies, contemplamos estirados y envueltos de humo de sus chimeneas, a los pueblos hacia los que nos encaminamos: en primer plano Murchas, y al otro lado del gran barranco por el que circula el oscuro río Torrente vemos a Talará y Mondújar. A nuestras espaldas y a duras penas cierra el circulo al otro lado de la autovía Acequias y el perdido en este instante: Nigüelas, recostada al pié del Cerro del Zahor (1.662 msnm)
Pasado este bello momento contemplativo, toca bajar con sumo cuidado por el GR-7 que vertiginoso desciende en gran pendiente hasta Murchas. Se trata de un sendero empinado y que se muestra muy técnico, debido sobre todo a la gran erosión que viene sufriendo por la acción de las motos todo terreno que lo descarnan y descomponen, haciendo que el caminar se convierta en una tarea ardua, difícil y en momentos peligrosa. Una vez más tenemos que sufrir los desmanes de estas endiabladas máquinas tan destructivas y que tanto daño hacen al suelo. ¡En fin, eso es lo que hay y lo que nos toca sobrellevar como mejor podamos!
Terminado este tramo, pronto accedemos a las primeras casas de Murchas, situada sobre una terraza aluvial del río Torrente, en una zona abrigada. Su casco urbano es de moderno trazado, ya que tuvo de reconstruirse totalmente tras el Terremoto de la Nochebuena de 1.884 (con epicentro en Arenas, hoy Arenas del Rey e intensidad 10: máxima o destrucción total) que derribó en éste lugar el 90 % de las casas, causó 13 heridos y hubo que lamentar la muerte de 9 personas. Paseamos por sus blancas y recoletas calles, charlando en alegre bullicio que hace asomar a las puertas a los vecinos, llegamos hasta la antigua iglesia y en el parquecillo que antiguamente ocupaba el viejo cementerio, buscando el calor del sol, toca tomar un ligero respiro y disfrutar de un reconfortante avituallamiento.
A continuación, seguimos callejeando por Murchas; vemos un Cartel indicador :“Castillo de Lojuela” (hacia la derecha). A poco más de 1 kilómetro de Murchas, se encuentran las ruinas de éste antiguo castillo califal, situado a 601 msnm, en la cumbre de un acantilado que controla el paso del río Dúrcal. Tiene planta poligonal y se extiende por la ladera Este-Sureste del acantilado. Cambiamos totalmente la dirección que traíamos, dirigiendo nuestros pasos ahora hacia el noreste, saliendo del pueblo y cruzando el gran puente que supera las rápidas y oscuras aguas del arroyo Torrente. A la otra orilla buscamos un carril que en fuerte subida nos pone a la altura de Talará, para pasando por las ruinas de las Termas Romanas de Feche (que fueron catalogadas como “Bien de Interés Cultural” el 9 de Julio de 1.996. Las obras de arte y arqueológicas encontradas en este yacimiento, junto a una maqueta de las termas, se puede ver en el Museo Arqueológico de Granada), llegar hasta la localidad de Mondújar, y junto a su iglesia tener un momento divertido en la tirolina colocada en el parque infantil, que hace las delicias de pequeños y mayores.
Cruzamos la carretera N-323, para coger la senda del acequiero que nos lleva por la margen izquierda del río Torrente, entre densos huertos, naranjales y limoneros, que nos ofrecen generosos sus colores y sabores. Poco a poco, en fila india, vamos siguiendo la acequia que nos devuelve finalmente hasta el mismísimo cauce del río Torrente que será nuestro hilo conductor a partir de ahora.
Vamos pasando consecutivamente bajo el gran viaducto de la autovía y junto al tejar y fábrica de ladrillos (Cerámicas El Torrente S.L.), conocido como “La Calera”, está situado entre el barranco del Pleito y el río Torrente. Seguimos subiendo poco a poco, pasamos bajo el puente de la antigua carretera N-323 (obra de mediados del siglo XIX), que salva el curso del río Torrente y poco después, en un momento determinado, giramos fuertemente a la derecha, y tomamos la empinada rampa por la que accedemos hasta el pueblo de Acequias. Este pueblo es muy pequeño, pero dispone de unas típicas y bien cuidadas calles y casas, y sobre todo cuenta con una antiquísima joya arquitectónica industrial: El Molino del Sevillano, datado en 1576, pasando por su puerta y junto a sus veneradas y viejas paredes. Ha sido restaurado gracias al Programa “Raphael” de la Unión Europea, dedicado a la recuperación del Patrimonio a través del Proyecto “Aramis”: estudio, documentación y protección de molinos árabes y sistemas de irrigación en la cuenca mediterránea. Hoy es Museo y centro de estudios dedicado al agua.
Seguimos caminando en suave subida por el lado izquierdo del valle del Torrente, teniendo a nuestra izquierda, todo estirado, y como al alcance nuestro mano las colgantes casas de Nigüelas.
Finalmente bajamos de la ladera del valle hacia el río, lo cruzamos por un puentecito y ahora por su margen derecho subimos de nuevo, dejando momentáneamente y a nuestras espaldas, las casas del pueblo. Caminamos subiendo ligeramente entre olivos, algunos huertos y llegamos hasta unos pinos en donde encontramos un conjunto de partidores de una caudalosa acequia. A partir de ese punto giramos completamente a la izquierda, tomando ahora en fila de a uno, el camino del acequiero, disfrutando de un complejo entramado de pasarelas, puentes colgantes y de hermosas e impactantes imágenes. Se trata de la Ruta de la Pavilla, que transcurre junto a la acequia de su nombre que encontramos totalmente llena, colgada en la ladera y debajo de la gran falla tectónica de Nigúelas. El Paseo de la Pavilla debe su nombre a una costumbre de inicios del siglo XX: las parejas paseaban, a la sombra de los abedules y al arrullo sonoro de las cristalinas aguas de la acequia, para “pelar la pava…”. Por lo que también es conocido como “Paseo de los Enamorados”.
Casi sin darnos cuenta, por un sendero espectacular y muy llano, vamos de vuelta hasta Nigüelas, que nos recibe acogedora, para pasando por la plaza de la gran iglesia y la placeta de la Trinidad (donde, a la izquierda, se encuentra el edificio del antiguo Ayuntamiento y, a la derecha, la Casa de la Cultura “Francisco Rodríguez Gutiérrez” (creador en 1.983 de la Escuela de Música “Valle de Lecrín” de Nigüelas), dirigirnos hacia los autobuses que nos esperan, dando así por terminada esta ruta.
Datos de la ruta:
- Recorrido: 17 kms
- Itinerario: Ermita de San Blás en Dúrcal, Murchas, Talará, Lecrín, Mondújar, Acequias, Sendero de la Pavilla, Nigüelas.
- Tiempo en movimiento: 4 h 15 min - tiempo total: 5 h 30 min.
- Acumulado: 535 m subiendo; 450 m bajando.
- Velocidad media: 4 kms/h.
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