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| Valle del río Cacín desde el Tajo del Moro |
Un poco de Historia
Hasta el siglo XVIII las comunicaciones terrestres en el Reino de Granada se apoyaban en un conjunto desorganizado de caminos, generado a partir de la ancestral red de calzadas romanas.
El Camino de Vélez surgió vinculado a la pujanza económica de la comarca de la Axarquía. Ésta tenía una producción agrícola diversa y especializada, constituida por vino, uvas y pasas, aceite, azúcar, licores, frutos secos y cítricos. El pescado de la costa oriental malagueña pasaba así al occidente granadino y de ahí al resto de la provincia.
Este camino nunca fue fácil. Su orografía, las cuevas y los bosques hacían peligrar el intercambio de mercancías. Las ventas en el camino facilitaban que los comerciantes pudieran descansar manteniendo su mercancía a buen recaudo. De Vélez al paso de Zafarraya había una jornada de camino, por lo que la venta que se levantó tenía la función de servir al descanso, asegurar la mercancía durante la noche y posibilitar el cambio de yunta. Los robos, a manos de bandoleros, hacen estragos en el siglo XIX y es entonces cuando se cortan muchos árboles, con el objetivo de impedir su ocultación.
Desde muy antiguo, cuentan nuestros mayores que desde Villanueva Mesía se bajaba hasta Vélez Málaga para ir en busca del pescado. Para ello, se organizaban recuas de animales de carga, fundamentalmente mulos, que servían a la perfección para alcanzar el objetivo de trasladarse hasta la costa y regresar a la Vega de Granada con el pescado adquirido. Todo un proceso que había que hacer en el menor tiempo posible, ya que el carácter perecedero de lo transportado así lo exigía. No es difícil imaginar el trasiego de personas y animales que se desplegaba por el camino a Vélez, salpicado de ventas y puntos de parada siempre necesarios para darle fluidez a esta importante actividad comercial. Lógicamente, la costumbre y el paso de los años fue definiendo el mejor y más cómodo trazado que desde Villanueva Mesía, Huétor Tájar y otros pueblos del Poniente, subía al Cerro de la Gallina primero, para después tomar los Llanos de Dona buscando el Boquete de Zafarraya (nexo que une y marca fronteras), paso natural hacia el otro lado, Málaga, y que posibilitaba superar los grandes desniveles de la Sierra Tejeda hasta llegar al punto de destino. La vuelta, por supuesto, era por el mismo sitio.
Esta ruta que hemos diseñado pretende aprovechar parte del trazado del viejo camino de Vélez para visitar dos vértices geodésicos y disfrutar de las panorámicas aéreas del Valle del Cacín, amalgama de tierras de cultivo, básicamente olivar junto con almendros, que se mezclan con grandes salpiques de un muy bien conservado bosque mediterráneo, sobre todo en el paraje del agreste Barranco de la Alcantarilla.
Descripción del itinerario
Iniciamos nuestro caminar desde el Parque del Genil en Villanueva Mesía (485 msnm), para buscar la orilla del Genil, atravesando el puente que lo cruza. Giramos a la derecha para llegar hasta la Junta de los Ríos y las márgenes del río Cacín, que seguimos hacia arriba para cruzar la trampilla que lo salva y luego, subiendo dirección al viejo Molino de Tajarilla, girar a la izquierda por un carril que asciende hasta la gran era de la Casería del Río. Pronto se nos acaban los sinónimos de subir, ya que más o menos, desde nuestra salida en Villanueva Mesía, hasta el vértice del Mirador, esa va a ser, con más o menos pendiente, la tónica, subir, subir y subir.
Caminamos por la cuerda de la izquierda, teniendo como referencia la dirección de las aguas del Cacín, justo en el borde del valle que mira hacia la vega por el que transcurre mansamente el río, oculto en una inmensa chopera verde en la que se nos pierde la vista hacia el Sur, dirección a la que poco a poco nos dirigimos, sin prisa y sin pausa, disfrutando de cada pisada.
Atravesamos tierras de secano, con abundantes olivos y almendros, hasta a nuestra derecha, semioculto, encontrar el vértice geodésico de Rámirez (n° 100852, situado a 542 msnm), nuestro primer hito, sitio que aprovechamos para echar un vistazo a todo el paisaje que nos rodea.
Nota: Un vértice geodésico es una señal informativa permanente (propiedad del Estado) que podemos encontrar en el campo, que nos indica la altura exacta de ese punto sobre el nivel del mar, y que forma parte de una red de triángulos cuyas coordenadas se han calculado con la mayor precisión posible. En España hay unos 11.000 vértices (Red de Orden Inferior - ROI) que suelen estar formados por un monolito o pilar de 120 centímetros de altura y 30 de diámetro, montado sobre una base ó pedestal, de 1 metro cuadrado de hormigón (pintado de blanco). Normalmente están en sitios altos y despejados desde los que se pueden divisar otros puntos similares, por lo que suelen estar en parajes que poseen buenas vistas panorámicas. Con el objetivo de proteger y realizar el debido mantenimiento de los vértices geodésicos, existe la Ley 11/1.975, “Sobre señales geodésicas y geofísicas”, en vigor desde el 12 de Marzo de 1.975 (BOE 63, de 14 de Marzo). “Artículo 5: Tanto las señales como los trabajos para su ubicación, construcción o reconstrucción, mantenimiento y utilización por el Instituto Geográfico y Catastral, se declaran de utilidad pública y estarán bajo salvaguardia de la Ley. La custodia quedará encomendada a la autoridad del lugar en que radiquen”. “Artículo 9.2: La servidumbre de instalación de estas señales lleva consigo la obligación en los predios sirvientes de dar paso y permitir la realización de los trabajos para su establecimiento, conservación y utilización, a favor del personal necesario, debidamente autorizado”. La Red Geodésica Fundamental española fue iniciada en 1.852 por la Comisión del Mapa de España, con el objetivo inmediato de servir de base a los Oficiales de Artillería, Ingenieros y Estado Mayor, (...) labor continuada luego por el actual Instituto Geográfico y Catastral, a partir de su fundación en 1.870, bajo la dirección del General Ibáñez de Ibero.
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| Vértice geodésico Ramírez (542 msnm) |
Seguimos nuestra marcha hasta llegar al carril asfaltado que en corta distancia lleva hasta la antigua cortijada de La Catalana. Toca ahora salvar el muro que ha impuesto la autovía A-92, lo que hacemos por el túnel-alcantarilla existente que nos pone a los pies del Cortijo de las Nieves, al que subimos cómodamente. Nos encontramos ahora en el corazón de un espeso olivar, por el que caminamos siguiendo un despejado carril dirección Sureste. Sin dejar esta dirección continuamos ahora por carril asfaltado primero y luego de tierra, en continuado ascenso. Nos encontramos ya claramente en el Camino del Vélez. Algo más arriba, y después de algún zigzagueo, el carril desemboca en un cruce en el que se encuentra el Depósito de Agua de Huétor Tájar (603 msnm).
Continua nuestro caminar por el marcado carril, siempre en suave ascenso, entre olivos, para afrontar una gran rampa que nos deja al pie de un espectacular pino, junto al que se encuentra el vértice geodésico del Mirador del Pino (n° 102559, situado a 690 msnm). Este lugar es perfecto para tomarse un respiro, tomarse un refrigerio y un gratificante trago de agua, a la vez que se puede disfrutar de preciosas panorámicas de 360 º. Todos los puntos cardinales, parecen que estuvieran al alcance de nuestra mirada. Hacia el Este se abre el impresionante Barranco de la Alcantarilla hacia el que nos dirigimos ahora para recorrerlo en su totalidad.
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| Vértice geodésico del Mirador (690 msnm) |
A un kilómetro aproximadamente dejamos el Camino de Vélez para comenzar la vuelta, girando hacia la izquierda, hacia el Este bajando hasta la cabecera del Barranco de la Alcantarilla, que será a partir de ahora nuestro referente y por el que toca ahora bajar, bajar y bajar, por medio de un denso chaparral, cubierto de crecidos espartos y un suelo cubierto de jaras que se abren vistosas saludando a la primavera. Estamos en el Llano del Jaral.
Un muy marcado sendero, con empinados momentos de descenso, sigue ahora la dirección Norte, de tal forma que cuando llegamos al viso nos permite contemplar de nuevo en todo su esplendor el valle del Cacín. Moraleda de Zafayona, aparece recostada hacia el Este teniendo como telón de fondo las siluetas brumosas y blanquecinas en el horizonte de Sierra Nevada.
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| Valle del rio Cacín con Moraleda al fondo |
Consecutivamente, el sendero, en franca bajada, pasa junto al Cerro Rebolondo (601 msnm) y el Tajo del Moro (610 msnm), abandonándolo en giro a la izquierda dirección Noroeste, para proseguir campo a través durante unos 600 metros hasta llegar a un olivar, abandonando el monte bajo. Este tramo hay que hacerlo de forma intuitiva y buscando los lugares del terreno, adoptando las lógicas precauciones para hacerlo más llevadero y evitando resbalones innecesarios. Estamos de lleno en la fértil vega del Caz de Luján, que atravesamos teniendo como referencia el río Cacín al que acompañamos por su orilla derecha.
Pronto llegamos a las inmediaciones del Caserío del Pozo y atravesando la autovía de la A-92 llegamos hasta El Grano. El regreso se hace por el cómodo carril del Grano, entre frondosas choperas, auténtica catedral arbórea que despliega su profuso verdor y sombreada bóveda.
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| Choperas de El Grano |
De este modo tan agradable llegamos de vuelta a la trampilla que sirve para vadear el río Cacín y sin más demora llegamos hasta Villanueva Mesía, en donde damos por finalizada esta preciosa ruta.
Ver y descargar el track de la ruta:
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