Eran pasadas las 9 horas, cuando dos autobuses malenos (105 senderistas) y un autobús procedente de Las Gabias (50 senderistas) nos dimos cita en el aparcamiento de llegada a la localidad lojeña de Riofrío, donde, una vez organizados y formado el gran grupo, dimos comienzo la primera parte de esta ruta, caminando por las calle del pueblo, hasta acercarnos al paraje conocido como los Nacimientos.
Allí comprobamos que la sequía sigue causando estragos, al observar que el punto natural del nacimiento está totalmente seco, y que la primera surgencia de agua aparece bastante alejada del mismo. Clamando porque esta circunstancia cambie, emprendemos la vuelta por el precioso y selvático sendero de los viejos molinos riofrieños, ruinosos y envueltos en una espesa bóveda verde, en donde rastreras ramas se esfuerzan por buscar la luz de la vida. Es un rincón mágico que atravesamos con respeto y devoción imaginando cual sería la vida de los viejos molineros del lugar.
Después, continuamos por el sendero que va por la orilla derecha del río hasta llegar al viejo puente y una vez atravesado, regresa al punto de inicio, en donde termina esta primera parte de la ruta.
Una vez efectuado el reagrupamiento del numeroso grupo, nos encaminamos por la vieja carretera Cuesta de los Alazores, para a unos 300 metros, girar totalmente a la derecha tomando ahora un carril de tierra que se dirige hacia la autovía A92 y que debemos atravesar por un túnel que encontramos embarrado y parcialmente inundado.
Se trata de un momento complicado, que cada senderista acomete como puede, y en el que el ingenio para no embarrarse se aguza notablemente. Pasada esta dificultad, nos encaminamos por un camino entre olivos, que también se encuentra abundante en barro, pero que no nos genera mayor inconveniente.
Llegados al monte bajo, buscamos el sendero que se dirige al paraje de Las Minas. Se trata de una zona situada en la ladera izquierda del valle por el que transcurre el rio Riofrío, en la que en el pasado hubo algunas prospecciones de mineral de hierro, en la actualidad abandonadas, quedando solamente como testigo de aquellas los restos de escombro, las bocas de las minas, las casetillas derrumbadas, las bocas de los cargaderos del mineral, etc...
El sendero se convierte en carril, que baja cómodamente hacia el río. En una de sus espaciosas curvas, y con unas hermosas vistas, hacemos la esperada parada para el avituallamiento, ese momento siempre tan esperado por todos.
Recuperadas las energías, y después de un buen trago de agua, proseguimos nuestro caminar hasta atravesar por un viejo puente el río que dejamos finalmente, para subir ahora por un rojizo camino que nos conduce hasta la carretera comarcal A-341 que se dirige hacia Santa Bárbara.
Con las debidas precauciones, cruzamos la mencionada carretera, para coger ahora un carril dirección Loja, que va paralelo a la carretera comarcal A-328, entrando en la fértil vega del paraje de Plines. Se trata de una tierra rica en hortalizas de todo tipo, generosamente bañada por el manantial de Plines, que vierte sus aguas hacia el rio Genil, constituido en el caudaloso y cristalino arroyo-rio de Genazal, el que riega rica vega y movía los artilugios del molino del Genazal.
Vemos pasar lento y pausado el que dicen es el raudo AVE, el tren que nos ha puesto un muro solamente salvable por un paso en asfalto y que en fuerte subida nos lleva primero a la zona del Cerro Vidriero y luego a la antigua Fuentesanta, hoy en día sobre explotada.
Esta Fuentesanta es un monumento histórico, que tuvo sus mejores tiempos, pero que en la actualidad se muestra como herida y maltratada, sin poder cumplir su mejor función, la de ofrecer generosa sus aguas a los caminantes.
Subimos por un sendero que hay detrás de la fuente, para acceder a una gran explanada, también llena de escombros y que, debido a su privilegiada situación, nos regala una hermosa panorámica de la ciudad de Loja, encajada en el valle por el que transcurre el rio Genil, con la Sierra de Loja a la derecha y el Hacho a la izquierda. Nos parece una pena, que tan privilegiado mirador, se nos muestre tan descuidado y sucio. En fin...
Bajamos desde el mirador hacia la izquierda, para llegar de nuevo hasta la carretera comarcal A-328, que cruzamos adoptando todas las precauciones posibles, accediendo por la zona de Peña Quebrada y de la depuradora, a un carril que entre olivos, y algo de barro, nos mete de lleno en el barrio de la Alfaguara en donde se encuentra la popular fuente de los 25 Caños, símbolo de la riqueza acuífera de la ciudad de Loja. Aprovechamos el lugar para quitarnos parte del barro que traíamos encima y sobre todo para tomar un largo, fresco y rico trago de agua.
Ya saciados, nos toca callejear por Loja, disfrutando del ambiente urbano, sin olvidar comprar unos roscos de Loja, hasta salir por el lado suroeste de la ciudad y subir por un cómodo paseo hasta la zona del Manzanil, punto en donde damos por terminada esta ruta pasada por agua y barro.
Datos de la ruta:
Ver y descargar el track de la ruta:
Ver todas las fotos de la ruta aquí>>>
Allí comprobamos que la sequía sigue causando estragos, al observar que el punto natural del nacimiento está totalmente seco, y que la primera surgencia de agua aparece bastante alejada del mismo. Clamando porque esta circunstancia cambie, emprendemos la vuelta por el precioso y selvático sendero de los viejos molinos riofrieños, ruinosos y envueltos en una espesa bóveda verde, en donde rastreras ramas se esfuerzan por buscar la luz de la vida. Es un rincón mágico que atravesamos con respeto y devoción imaginando cual sería la vida de los viejos molineros del lugar.
Después, continuamos por el sendero que va por la orilla derecha del río hasta llegar al viejo puente y una vez atravesado, regresa al punto de inicio, en donde termina esta primera parte de la ruta.
Una vez efectuado el reagrupamiento del numeroso grupo, nos encaminamos por la vieja carretera Cuesta de los Alazores, para a unos 300 metros, girar totalmente a la derecha tomando ahora un carril de tierra que se dirige hacia la autovía A92 y que debemos atravesar por un túnel que encontramos embarrado y parcialmente inundado.
Se trata de un momento complicado, que cada senderista acomete como puede, y en el que el ingenio para no embarrarse se aguza notablemente. Pasada esta dificultad, nos encaminamos por un camino entre olivos, que también se encuentra abundante en barro, pero que no nos genera mayor inconveniente.
Llegados al monte bajo, buscamos el sendero que se dirige al paraje de Las Minas. Se trata de una zona situada en la ladera izquierda del valle por el que transcurre el rio Riofrío, en la que en el pasado hubo algunas prospecciones de mineral de hierro, en la actualidad abandonadas, quedando solamente como testigo de aquellas los restos de escombro, las bocas de las minas, las casetillas derrumbadas, las bocas de los cargaderos del mineral, etc...
El sendero se convierte en carril, que baja cómodamente hacia el río. En una de sus espaciosas curvas, y con unas hermosas vistas, hacemos la esperada parada para el avituallamiento, ese momento siempre tan esperado por todos.
Recuperadas las energías, y después de un buen trago de agua, proseguimos nuestro caminar hasta atravesar por un viejo puente el río que dejamos finalmente, para subir ahora por un rojizo camino que nos conduce hasta la carretera comarcal A-341 que se dirige hacia Santa Bárbara.
Con las debidas precauciones, cruzamos la mencionada carretera, para coger ahora un carril dirección Loja, que va paralelo a la carretera comarcal A-328, entrando en la fértil vega del paraje de Plines. Se trata de una tierra rica en hortalizas de todo tipo, generosamente bañada por el manantial de Plines, que vierte sus aguas hacia el rio Genil, constituido en el caudaloso y cristalino arroyo-rio de Genazal, el que riega rica vega y movía los artilugios del molino del Genazal.
Vemos pasar lento y pausado el que dicen es el raudo AVE, el tren que nos ha puesto un muro solamente salvable por un paso en asfalto y que en fuerte subida nos lleva primero a la zona del Cerro Vidriero y luego a la antigua Fuentesanta, hoy en día sobre explotada.
Esta Fuentesanta es un monumento histórico, que tuvo sus mejores tiempos, pero que en la actualidad se muestra como herida y maltratada, sin poder cumplir su mejor función, la de ofrecer generosa sus aguas a los caminantes.
Subimos por un sendero que hay detrás de la fuente, para acceder a una gran explanada, también llena de escombros y que, debido a su privilegiada situación, nos regala una hermosa panorámica de la ciudad de Loja, encajada en el valle por el que transcurre el rio Genil, con la Sierra de Loja a la derecha y el Hacho a la izquierda. Nos parece una pena, que tan privilegiado mirador, se nos muestre tan descuidado y sucio. En fin...
Bajamos desde el mirador hacia la izquierda, para llegar de nuevo hasta la carretera comarcal A-328, que cruzamos adoptando todas las precauciones posibles, accediendo por la zona de Peña Quebrada y de la depuradora, a un carril que entre olivos, y algo de barro, nos mete de lleno en el barrio de la Alfaguara en donde se encuentra la popular fuente de los 25 Caños, símbolo de la riqueza acuífera de la ciudad de Loja. Aprovechamos el lugar para quitarnos parte del barro que traíamos encima y sobre todo para tomar un largo, fresco y rico trago de agua.
Ya saciados, nos toca callejear por Loja, disfrutando del ambiente urbano, sin olvidar comprar unos roscos de Loja, hasta salir por el lado suroeste de la ciudad y subir por un cómodo paseo hasta la zona del Manzanil, punto en donde damos por terminada esta ruta pasada por agua y barro.
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