Se habían programado dos rutas, una corta de unos 12 kms y otra larga de unos 15 kms. Cada participante se sumó a la que consideró conveniente y con cierto intervalo de tiempo de diferencia, cada cual se dispuso a efectuar la ruta de su elección.
Ambas rutas mencionadas se dirigieron, a distintas cotas de altura, hacia el Barranco del Río Chico, teniendo como punto de encuentro el paraje en donde se encuentra enclavado el Dique 24, construido para evitar la erosión del río, muy acentuada en sus esporádicas crecidas.
Los paisajes, desdibujados entre las espesas nieblas, han sido espectaculares, destacando las frondosas masas forestales, de pinos, robles y algunos grandiosos ejemplares de castaños, inmersos en la típica vegetación mediterránea, que, aunque aún faltos de agua, nos han regalado los sentidos, con sus mejores "galas" otoñales. El ambiente frío, nublado, ocasionalmente lluvioso, salpicado con puntuales claros de sol, han puesto el resto para conseguir que los animosos senderistas disfrutaran al máximo de su deporte preferido.
A buen ritmo, se ha transitado por carriles y senderos, notando la necesidad de ser extremadamente respetuosos con el medio ambiente por el que nos desenvolvemos en lo que se refiere a andar por las sendas fijadas sin salirse de ellas y evitando arrojar restos de comida o "pañuelitos blancos", algo que cuando se da en grupos numerosos, puede dar lugar a una considerable contaminación medioambiental localizada, bastante "biodesagradable". La tónica general ha sido positiva, aunque no se puede bajar la guardia al respecto, por lo que se hace necesario el que se den instrucciones claras al efecto para que todas las actuaciones de todos los grupos de senderistas reciban el mismo mensaje.
Es preciso también, habituar a una disciplina de caminar en grupo, siendo fundamental el máximo respeto a las indicaciones y ritmos impuestos por los guías responsables: “Nunca se podrá superar al guía de cabeza, ni quedarse detrás del guía de cola”. Hay que esforzarse igualmente en educar a los senderistas, en el hecho de que no es igual caminar solos o en pequeños grupos, que participar en jornadas con grandes grupos, en los que es necesario comprender que hay que someterse a la disciplina y velocidad impuesta por los guías responsables de marcar el camino y lo que es más importante, la seguridad de todos, por lo que el consiguiente acatamiento riguroso de las indicaciones recibidas es prioritario. Falta aún, pero poco a poco, lo vamos consiguiendo.
Al regreso a Cáñar, disfrutamos de unas generosas invitaciones previstas por el Ayuntamiento de Cáñar, del calor de sus gentes y voluntarios entregados totalmente a darnos a conocer el entorno urbano del pueblo, su iglesia, lugares pintorescos, etc, algo que siempre, siempre, es muy agradecer. Sin olvidarnos de la rica paella ofrecida como almuerzo y de los espléndidos regalos de productos alpujarreños, jamones incluidos, sorteados entre todos los participantes.
En definitiva, una completísima jornada de senderismo difícil de superar y que ha sido posible gracias al esfuerzo del personal y técnicos de la Diputación Provincial de Granada, del Ayuntamiento de Cáñar que muy espléndidamente se ha volcado en hacerla posible, al Club de Senderismo "La Verea" que han aportado su sabiduría en la montaña, y por supuesto a toda esa gente voluntaria y vecinos/as del pueblo, que de forma anónima y altruista, han estado dispuestas a atender y a ayudar a tan numeroso grupo de senderistas.
Nota: La carretera GR-4201, que con sus 5 kilómetros de empinado recorrido y 18 pronunciadas y cerradas curvas, une el casco urbano de la localidad de Cañar con la carretera A-4132 (de Órgiva a Trevélez) es una dura prueba de conducción para los más avezados conductores de autobús.
En el siguiente enlace pueden encontrarse todas las fotos obtenidas de la jornada haciendo clic aquí>>>
Ambas rutas mencionadas se dirigieron, a distintas cotas de altura, hacia el Barranco del Río Chico, teniendo como punto de encuentro el paraje en donde se encuentra enclavado el Dique 24, construido para evitar la erosión del río, muy acentuada en sus esporádicas crecidas.
Los paisajes, desdibujados entre las espesas nieblas, han sido espectaculares, destacando las frondosas masas forestales, de pinos, robles y algunos grandiosos ejemplares de castaños, inmersos en la típica vegetación mediterránea, que, aunque aún faltos de agua, nos han regalado los sentidos, con sus mejores "galas" otoñales. El ambiente frío, nublado, ocasionalmente lluvioso, salpicado con puntuales claros de sol, han puesto el resto para conseguir que los animosos senderistas disfrutaran al máximo de su deporte preferido.
A buen ritmo, se ha transitado por carriles y senderos, notando la necesidad de ser extremadamente respetuosos con el medio ambiente por el que nos desenvolvemos en lo que se refiere a andar por las sendas fijadas sin salirse de ellas y evitando arrojar restos de comida o "pañuelitos blancos", algo que cuando se da en grupos numerosos, puede dar lugar a una considerable contaminación medioambiental localizada, bastante "biodesagradable". La tónica general ha sido positiva, aunque no se puede bajar la guardia al respecto, por lo que se hace necesario el que se den instrucciones claras al efecto para que todas las actuaciones de todos los grupos de senderistas reciban el mismo mensaje.
Es preciso también, habituar a una disciplina de caminar en grupo, siendo fundamental el máximo respeto a las indicaciones y ritmos impuestos por los guías responsables: “Nunca se podrá superar al guía de cabeza, ni quedarse detrás del guía de cola”. Hay que esforzarse igualmente en educar a los senderistas, en el hecho de que no es igual caminar solos o en pequeños grupos, que participar en jornadas con grandes grupos, en los que es necesario comprender que hay que someterse a la disciplina y velocidad impuesta por los guías responsables de marcar el camino y lo que es más importante, la seguridad de todos, por lo que el consiguiente acatamiento riguroso de las indicaciones recibidas es prioritario. Falta aún, pero poco a poco, lo vamos consiguiendo.
Al regreso a Cáñar, disfrutamos de unas generosas invitaciones previstas por el Ayuntamiento de Cáñar, del calor de sus gentes y voluntarios entregados totalmente a darnos a conocer el entorno urbano del pueblo, su iglesia, lugares pintorescos, etc, algo que siempre, siempre, es muy agradecer. Sin olvidarnos de la rica paella ofrecida como almuerzo y de los espléndidos regalos de productos alpujarreños, jamones incluidos, sorteados entre todos los participantes.
En definitiva, una completísima jornada de senderismo difícil de superar y que ha sido posible gracias al esfuerzo del personal y técnicos de la Diputación Provincial de Granada, del Ayuntamiento de Cáñar que muy espléndidamente se ha volcado en hacerla posible, al Club de Senderismo "La Verea" que han aportado su sabiduría en la montaña, y por supuesto a toda esa gente voluntaria y vecinos/as del pueblo, que de forma anónima y altruista, han estado dispuestas a atender y a ayudar a tan numeroso grupo de senderistas.
Nota: La carretera GR-4201, que con sus 5 kilómetros de empinado recorrido y 18 pronunciadas y cerradas curvas, une el casco urbano de la localidad de Cañar con la carretera A-4132 (de Órgiva a Trevélez) es una dura prueba de conducción para los más avezados conductores de autobús.
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