Esta Ruta que traemos ahora, es la cuarta de las XX Jornadas de Senderismo Maleno, habiendo creado un especial interés y despertado muchas expectativas desde el primer instante, ya que visitar y recorrer los parajes y escenarios en donde vivió el Beato Fray Leopoldo, para unos granadinos, crea una motivación extra y añadida.
Después de realizar la Ruta, la realidad de la belleza del paisaje recorrido y la emotividad vivida en la visita a Alpandeire, no decepcionaron a nadie.
Todo empezó bien tempranito cuando el gran grupo se desplazó en autobuses desde el Poniente Granadino hasta la Serranía de Ronda para asomarnos al espectacular Valle del Genal, esa maravilla natural que siempre es bella y sobre todo en Otoño, cuando los tonos ocres y rojizos de bosques de alcornoques y castaños hacen gala al sobrenombre de la zona: El Bosque del Cobre.
Al plantearnos esta ruta quisimos hacer un tramo de la ruta de Fray Leopoldo, perfectamente señalizada, cuando el humilde fraile, a pie según cuentan, se desplazaba desde su casa natal en Alpandeire hasta la Estación de Jimera de Líbar, para tomar el tren que pasando por Ronda lo llevaba a su casa conventual en Granada, y viceversa, claro.
Los autobuses nos dejaron en la Venta El Paisaje en el cruce del Puerto de Jimera de Líbar y a las puertas de Atajate, en lo que consideramos un buen sitio para iniciar nuestra andadura.
Atajate es el pueblo más pequeño de la provincia de Málaga, con 183 habitantes, que respira paz y tranquilidad por todas sus calles, limpias, muy limpias, blancas, muy blancas. Nos llama la atención que en las fachadas de las casas, junto a la puerta principal, aparecen unas cerámicas con el nombre autóctono de la vecina principal que la habita. Es un momento alegre y divertido, el que nos permite recorrer algunas calles del pueblo, pasando por la puerta de la iglesia, y un mítico lavadero perfectamente conservado, para terminar en la Plaza del Ayuntamiento y obtener la foto de rigor del gran grupo que guarde el momento para el recuerdo.
Terminado el recorrido urbano por Atajate, enfilamos un sendero en descenso pronunciado que pronto se adentra en el frondoso bosque mediterráneo que nos rodea: grandes chaparros, majestuosas encinas y esbeltos alcornoques, jaras, espartos, matagallos y tomillos,... van creando estampas atractivas y momentos de gran disfrute a los senderistas, que a modo de serpiente multicolor transitan con precaución por un terreno, escalonado de húmedas piedras, que hacen presagiar posibles resbalones. ¡Ojo!
De vez en cuando atravesamos portillos que dan acceso a zonas valladas en las que se guarda el ganado, procurando dejarlos siempre bien cerrados, como marca la lógica.
Sin más demora, llegamos a la amplia Rambla de Audalázar (palabra de origen árabe que significa "Río de Piedras") que cruzamos para cambiar de margen, tomar un momento de respiro, recuperar fuerzas con algo de avituallamiento y un buen trago de agua. Aligeramos la ropa de abrigo y nos preparamos para afrontar la fuerte subida reina de la jornada.
Con las energías plenas, tomamos ahora un carril, con vallas a lado y lado, y que sube sin descanso y sin parar adentrándose en un espeso encinar, con gran cantidad de chaparros y grandiosos alcornoques, que contemplamos curiosamente asombrados, ya que se trata de una especie rara por nuestro habitual territorio.
Sin dejar de subir, algunas veces con pendientes fuertes, y dando cerradas curvas en el ascenso, que confirman la inclinación del terreno que pisamos, encontramos espaciosas fincas destinadas a la crianza del cerdo ibérico, que ocasionalmente contemplamos y a los que nos acercamos para observar con detalle.
Pasamos por la finca de Los Bilochos hasta en un cruce encontrar el Camino del Corralón Espino, siempre sin dejar de subir, abriéndonos de pronto a un bonito valle con el horizonte amplio, en el que se encuentran estiradas las blanqueadas casas del pueblo de Alpandeire, hacia el que sin más demora nos dirigimos. Acabado el ascenso, llaneamos agradeciendo el respiro y nos apresuramos a descender levemente.
Nos situamos en las puertas del pueblo, haciendo el reagrupamiento del personal y formando de nuevo el bloque del gran grupo, para adentrarnos gozosos en las calles, en donde curiosos vecinos nos saludan amistosos y nos reciben con los brazos abiertos, dándonos la bienvenida a Alpandeire.
Poquito a poco, disfrutando del momento de pasear por estrechas, tortuosas y viejas callejas de rancio sabor morisco, que nos recuerdan de alguna manera a nuestra Alpujarra, nos acercamos hasta la gran Iglesia de San Antonio de Padua, en cuyas puertas nos espera el que será nuestro guía-local, el Maestro Jubilado Gaspar Mena Sánchez, que gentilmente nos recibe y nos informa, cómodamente sentados en el interior del templo.
Alpandeire es un municipio español de la provincia de Málaga, Andalucía, situado en el oeste de la provincia en el Valle del Genal, siendo una de las poblaciones que conforman la comarca de la Serranía de Ronda. Se encuentra a 130 km de Málaga capital y a 665 km de Madrid por carretera.
En 2.016 contaba con una población de 246 habitantes (datos INE).
La iglesia de San Antonio de Padua es un templo ubicado en el municipio malagueño de Alpandeire. Construido a mitad del siglo XVI y restaurado en el siglo XVIII, sus grandes dimensiones han hecho que se le conozca como la "Catedral de la Serranía". (Wikipedia)
Visitamos la iglesia (que conserva la pila bautismal donde fue bautizado Fray Leopoldo) y la cripta en donde se encuentran los curiosos restos de "Las Momias".
Y sin más demora, nos acercamos al momento culmen del día: la visita a la Casa Natal de Fray Leopoldo, fraile capuchino que goza de gran devoción religiosa por parte de muchos granadinos en particular y católicos en general, siendo natural de esta población.
Allí nos esperan los descendientes del insigne fraile: Jerónima Sánchez Barragán, su marido Diego Duarte Cárdenas y su sobrina Hortensia García Duarte, que con gran ilusión y sentimiento nos enseñan la casa y nos hablan de la vida familiar de Fray Leopoldo. La visita es en grupos reducidos de unas 12 personas, lo que hace necesario organizar bien el momento, algo que los disciplinados senderistas asumen resignadamente. Al final, nos llevamos el sitio en el corazón y la minúscula llave de la casa como recuerdo en el bolsillo.
Cuando un grupo termina la visita entra otro, y así sucesivamente. Poco a poco nos vamos agrupando al cálido sol en la Plaza del ilustre fraile, aprovechando el tiempo para tranquilamente almorzar, comentar la jornada y descansar en un grato momento de camaradería.
Posteriormente, dirigimos nuestros pasos hacia el Monumento de Fray Leopoldo, previa visita al centenario y semi-ruinoso Molino de sangre de Ríos (uno de los diez molinos de aceite más antiguos y mejor conservados de España, propiedad de Antonio del Río Huertas, pandito residente en Cataluña, que en el año 2.015, lo cedió gratuitamente para su utilización como Centro Cultural) y que, a duras penas resiste los embates del tiempo.
Junto a la estatua del Monumento al fraile, disfrutamos de un emotivo momento y de las hermosas panorámicas de Alpandeire, que se queda tendida y relajada a nuestros pies y del que ya toca despedirse. En voz baja, nos confabulamos para volver hasta aquí y ver otras rutas.
Y para finalizar, queremos dejar constancia de nuestro sincero agradecimiento al Maestro Gaspar Mena Sánchez, por su cordialidad, amabilidad y generosa entrega a su pueblo y a sus visitantes. ¡Gracias, muchas gracias!
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