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miércoles, 3 de agosto de 2022

Altas Cumbres de Sierra Nevada: Hoya de la Mora - Cerro del Caballo - Lanjarón


Caminar por Sierra Nevada es siempre un placer, por eso, cuando llega la época estival, que es cuando puede hacerse con el máximo disfrute, no podemos dejar de acudir a su ilusionante e intensa llamada. Es en Verano cuando, el tiempo meteorológico y amplitud de horas de luz, mejor permiten el acercamiento con las mayores garantías de seguridad y por ello, nuestro empeño por volver a las Altas Cumbres es más intenso, acuciante y vital.

La Ruta por las Altas Cumbres de las 4 Ermitas de la Virgen de las Nieves que hemos venido realizando durante 5 años (2.017 a 2.021), nos ha abierto nuevas perspectivas y nos ha animado a ampliar horizontes serranos y a asomarnos a otros rincones desconocidos, menos transitados, auténticos  y salvajes de Sierra Nevada, que siempre nos sorprenden y maravillan, como ha sido en esta ocasión, el recorrido planteado desde la Hoya de la Mora hasta el Cerro del Caballo, para acabar en el casco urbano de la localidad de Lanjarón ("La Puerta de la Alpujarra") lo que nos ha posibilitado caminar por nuevos paisajes, sorprendentes lagunas y lagunillos, y sobre todo, acercarnos a conocer la gran biodiversidad y riqueza natural que "atesora" el Valle del río Lanjarón. Dos jornadas y una noche intensas, con su punto de dureza y de sufrimiento, pero plenas de sensaciones, experiencias y vivencias inolvidables...



Todo comienza el martes, 2 de Agosto, en el parking de la Hoya de la Mora (2.507 msnm), nuestro kilómetro 0, desde donde comenzamos a caminar, poquito a poco, lentamente, con la idea de aclimatar el cuerpo a la altura y al peso de la mochila, comenzando cansinamente, a dar los pasos que suben las primeras rampas, para ponernos al pie del Monumento a la Virgen de las Nieves (2.586 msnm), momento que siempre aprovechamos... para pedir su gracia y protección, por si acaso, ya que nunca está de más.

Desde aquí, cogemos la senda que sube en dirección hacia el pico Veleta y luego se desvía, girando a la derecha, hacia los Borreguiles Altos (2.752 msnm), atravesando las pistas de esquí de "Principiantes", a la vez que contemplamos las figuras infantiles que allí se han colocado, generando un debate, acerca de lo horribles que se ven y si debe imperar el respeto a la belleza del paisaje natural, por encima de todo y no permitirse alteraciones añadidas e innecesarias. Bastante ha sufrido la Naturaleza, con la alteración  del suelo para colocar las instalaciones de esquí... y es innecesario que se incremente aún más el daño, de forma gratuita. Parque Natural / Nacional: SI, parques temáticos... en otros sitios bien alejados de Sierra Nevada, ¡ale!.


En fin, entre unas charlas y otras... llegamos al Collado de la Laguna (2.851 msnm), accediendo consecutivamente a la Laguna de las Yeguas (2.894 msnm) y posteriormente a los Lagunillos de la Virgen (2.951 msnm). Hacemos un breve descanso junto al cristalino y gélido manantial, para celebrar nuestro habitual "ritual del agua" (un jarrillo de lata por cabeza, hasta que se vea nuestra cara reflejada en el fondo), lo que nos permite tomar un respiro y a la vez un reconfortante traguito de agua... que nos da fuerzas para afrontar el empinado sendero que, bordeando los Tajos de  la Virgen, sube hasta el Refugio del Elorrieta (3.155 msnm), para a la sombra de sus ruinosas paredes, volver a debatir sobre el absurdo que es desaprovechar la estratégica situación de este denostado y maltratado edificio. NO tiene sentido, al menos para nosotros, que no se haya restaurado y sirva para ofrecer un lugar digno, que dé cobijo y refugio a los montañeros que se aventuren por estos parajes.


Después de un ligero bocado y el necesario e imprescindible avituallamiento, miramos maravillados la profundidad y belleza del Valle del Lanjarón, enmarcado a su derecha por las crestas del Tozal del Cartujo, seguidas por los Tajos del Peñón Colorado, del Ciervo y del pico que asoma al fondo: el majestuoso Cerro del Caballo, objetivo hacia el que nos dirigimos. A la izquierda del Valle, las lomas alargadas de los Tajos y Paredón de los Machos.


Los diferentes Valles que existen en Sierra Nevada: Valle del Dílar, Valle del Genil, Valle del Trevélez,  Valle del Poqueira, Valle del Dúrcal y éste, que nos aprestamos a recorrer desde su cabecera, el Valle del Lanjarón, nos va a permitir "in situ" y a modo de ejemplo, conocer de primera mano, la gran biodiversidad y variedad de paisajes de Sierra Nevada, ya que vamos a ir descendiendo, progresivamente, por todos los pisos bioclimáticos, desde más de 3.000 metros en el Elorrieta hasta los 654 msnm en Lanjarón. Es todo un lujo y un privilegio, poder ir constatando sobre el terreno, los cambios del paisaje y tipos de vegetación, en función de la altura y de la temperatura de cada piso bioclimático. 

Javier, con paciencia infinita, nos va ilustrando y a la fuerza nos va haciendo más sabios.  


Salimos del Elorrieta por un precioso sendero que va por el lado izquierdo del Valle de Lanjarón y que desciende zigzagueante hasta el centro del mismo, atravesando la parte alta del circo glaciar. Abajo y a nuestra derecha vemos la Laguna y Lagunillos de Lanjarón (2.988 msnm), nacimiento visible del rio Lanjarón. 


El sendero, ya en el lado derecho del rio, inicia la subida por la preciosa Verea Cortá (2.940 msnm), una ingente obra de ingeniería, realizada por los años 20 al 30 del siglo XX, cuando toda esta zona fue objeto de diversas actuaciones y experimentaciones forestales para minimizar los efectos de la erosión del terreno, lo que condujo a la construcción de una necesaria infraestructura de refugios, senderos y edificaciones para cobijar al personal y ayudar a superar las duras condiciones climatológicas extremas que por estos parajes se dan.

Progresivamente, la mencionada vereda va pasando por las inmediaciones de las Lagunas de los Tajos Altos y sobre todo nos llama la atención por su geométrica forma, la Laguna Cuadrada (2.915 msnm), "enmarcada" por un espectacular circo de altivos riscos de piedra...


El sendero sigue su preciosista trazado, en un continuado sube y baja, con algunos "pasos voladizos", complicados técnicamente, que hay que superar con extremo cuidado, (precaución en dichos pasos en los que hay cadenas ancladas a la roca para potenciar la seguridad), para finalmente llegar al circo en el que se sitúa la Laguna del Caballo (2.840 msnm) y junto a ella, sobre una suave loma, el Refugio del Caballo (2.850 msnm), lugar bastante digno dentro de su rusticidad, que vamos a usar para pasar la noche.


Nos ubicamos en el refugio, recuperamos fuerzas y esperamos que la tarde se adentre... para hacer el último esfuerzo... y después de rodear la laguna, cuyos márgenes están repletos de abigarradas zonas de un precioso endemismo nevadense, la "Estrella de las Nieves", comenzar a subir el zigzagueante sendero que nos va a poner en la cumbre de la cima del Cerro del Caballo (3.013 msnm). La recompensa de poder disfrutar de espléndidas panorámicas a vista de pájaro, crea un emotivo momento de paz y relax.



Descendemos, con ayuda de los bastones y con mucha precaución, el sendero de vuelta al refugio y después de cenar y esperar a la aparición de las primeras estrellas, nos apresuramos a meternos en el saco de dormir, en el duro suelo de hormigón del abovedado y blanqueado recinto, para darle un merecido descanso al cuerpo, a la vez que las imágenes de lo vivido en la jornada se amontonan en la cabeza.

El miércoles, 3 de Agosto, al amanecer, iniciamos la segunda jornada que nos va a llevar a recorrer el camino que, desde el Refugio del Caballo, hay hasta Lanjarón, lo que posibilita conocer de primera mano toda la magnitud y grandiosidad del Valle, pasando, como ya se ha dicho, por todos los niveles bioclimáticos de Sierra Nevada, algo que va generando una especial expectación en los curiosos senderistas.


Echamos la vista atrás, para despedirnos de tan impactante lugar, y comenzamos a bordear las empinadas laderas  del Cerro del Caballo, por su cara Sur. El descenso es trepidante y con un piso de gran pendiente y de abundantes piedras sueltas, lo que nos hace poner todos los sentidos en cada paso. La aventura del  descender no ha hecho más que empezar.

Sin prisa y sin pausa, vamos pasando barrancos hasta llegar a las ruinas del Refugio de Lanjarón (2.824 msnm), superamos la Loma del Caballo (2.645 msnm) y hacemos breves paradas para repostar y celebrar en repetidas ocasiones "el ritual del agua", sobre todo en el chorrillo que pasa por el Barranco del Hinestral (2.393 msnm)


Seguimos el continuado descenso pasando junto a las ruinas del Refugio Ventura, hasta atravesar el paraje de Los Ranchillos (1.984 msnm) primero y luego acceder al espacio en el que se encuentra el Refugio de la Casa de Tello (1.540 msnm), muy bien acondicionado, y con una fuente que en esta época apenas echa un hilillo de agua, lo que nos decepciona profundamente. La calor empieza a apretar de lo lindo, se nota claramente que abandonamos la temperatura de la Sierra y empieza a ser agobiante. 


Salimos de las inmediaciones del Refugio buscando el frescor y alivio de las gélidas aguas del rio Lanjarón (1.471 msnm) que más adelante nos regala un agradable remanso de pozas y cascadas que refrigeran los "humeantes" pies de los caminantes.

Sufriendo la intensa calor del día y sobre todo la pendiente y el mal estado del zigzagueante y empedrado sendero, vamos descendiendo trabajosamente, los últimos kilómetros que nos separan de Lanjarón, a golpe de pequeñas y continuadas paradas en las escasas sombras con cortos tragos de agua, como la que nos regala el rincón de la Fuente de Matomarque (1.408 msnm).


La bajada se hace cada vez más retorcida y endiablada, la calor es sofocante, lo que eleva el punto de dureza, pero la recompensa está al final, en la Fuente del Grillo, ya en Lanjarón (654 msnm)

Refrescar los pies y disfrutar de su riquísima agua... pone un merecido final a tan intensa ruta.


La fresquita cerveza también aportó su importante grado de recuperación... para contribuir a olvidar pronto las penas y grabar en la mente las alegrías. ¡qué gran recompensa!

Datos de la ruta:
- Senderistas 5 y la perrita Muesli.
- Recorrido: 33,95 kms, lineal.
- Itinerario: Hoya de la Mora - Virgen de las Nieves - Borreguiles altos - Collado de la Laguna - Laguna de las Yeguas - Lagunillos de la Virgen - Refugio Elorrieta - Laguna de Lanjarón - Vereda Cortá - Laguna Cuadrada - Laguna del Caballo - Refugio del Caballo - VG Cerro del Caballo - Refugio del Caballo - Ruinas Refugio de Lanjarón - Loma del Caballo - Hoya Prados - Loma del Piornal - Hoya Hiniestral - Los Ranchillos - Refugio Casa Tello - Rio Lanjarón - Fuente Matomarque - El Peñón - Fuente del Grillo - Lanjarón.
- Acumulado: 1067 m subiendo; 2827 m bajando.
- Tiempo: 12 h 18 min en movimiento; 17 h 30 min transcurrido.
- Velocidad media: 2,9 kms/h

Ver y descargar track de la ruta:
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7 comentarios:

arqueologo58 dijo...

El Refugio de Alta Montaña “Elorrieta”, situado a 3.187 metros de altitud, en la cabecera del valle glacial del río Lanjarón, se construyó como albergue para trabajadores y técnicos forestales, en el marco del proyecto de reforestación e investigación en explotación forestal de las altas cumbres de Sierra Nevada.

Promovido por el ingeniero de montes Octavio Elorrieta Artaza (Bermeo, Vizcaya, 1.881 – Madrid, 19 Junio 1.962), es un ejemplo perfecto de las arquitecturas extremas tradicionales, que por su ubicación, se mimetiza con las cumbres de la Sierra y está construido con materiales del lugar.

Las obras comenzaron en 1.928 y la mayor parte se terminó de construir en el Verano de 1.931, bajo la dirección del ingeniero de montes, José Almagro San Martín (1.882 - 1.943), esquiador y montañero, que fue presidente de la Asociación Alpinista Granadina y gerente propietario del Balneario de Zújar.

Tiene una sola planta en forma de “L” (de 265 m2) y una amplia zona (de 235 m2) bajo rasante. Los espacios exteriores albergan los servicios comunitarios del Refugio y los soterrados, los dormitorios. Una gran alberca nival, permite la acumulación de agua. Los grandes ventanales están orientados hacia las Alpujarras.

El Refugio está construído con cubierta abovedada rebajada sobre muros rectos, con técnicas constructivas de mampostería de pizarra y serpentina de Sierra Nevada, obtenida en la zona, y con mortero mixto que, con enorme dificultad, los arrieros y sus esforzados jumentos, subieron hasta el lugar, desde Lanjarón. Todo estaba revestido exteriormente con un bruñido muy resistente, que aún hoy se conserva en muchas partes. Estaba equipado con calefacción, agua, cocina, comedor, cuartos de baño, e incluso contaba con iluminación proporcionada por un grupo electrógeno.

Cómo albergue (con capacidad para acoger a 24 trabajadores, además del personal técnico facultativo y de operarios forestales) duró poco tiempo, reservando desde el inicio una de sus estancias como refugio de emergencia para montañeros. Durante la Guerra Civil es utilizado por fuerzas nacionales. Después queda prácticamente abandonado, hasta que en el año 1.963 el Instituto Forestal de Investigaciones y Experiencias del Ministerio de Agricultura, lo cede mediante contrato y por 30 años a la Federación Española de Montañismo. Se realizaron varias reformas de rehabilitación, acondicionándolo como albergue de montañeros federados. Se restauraron tres habitaciones equipándolas con literas, sala de estar con chimenea, cocina, lavabo y servicios.

Desde entonces ejerce, con mayor o menor decencia, como refugio-vivac, por el que han pasado miles de montañeros y serranos.

En 1.993 la Federación Andaluza de Montañismo, anuncia que no puede hacerse cargo de su mantenimiento, empieza su progresivo deterioro y el debate sobre si hay que derribarlo, abandonarlo o restaurarlo.

El inmueble está actualmente en peligro de ser desmantelado. Sin embargo, diversas organizaciones luchan para que esto no suceda, y para que se rehabilite, ya que está muy deteriorado.

“Éste refugio es especial. Es historia y, cuando estás frente a él sientes que te está hablando. Tiene alma, destila sentimientos (...) “Los acuciantes problemas de torrencialidad y erosión que asolaban unas laderas completamente desnudas, llevaron a diseñar un ambicioso y pionero plan de experimentación y repoblación para la España de la época. Sirva como muestra que se llegaron a ensayar hasta 118 variedades arbóreas procedentes de altas montañas de América, Asia y Europa. Para todo ello se construyeron, solo en la cuenca del Lanjarón, tres albergues (Lanjarón-pueblo, Tello y Elorrieta), siete refugios (entre ellos, el del Caballo, Ventura, Loma de Cáñar y Peñón Colorao), siete viveros, numerosos diques y una red kilométrica de veredas de arriería”.” (Antonio Castillo Martín, “Refugio Elorrieta de Sierra Nevada, ¿conservarlo o derribarlo?”).

Por mi parte, SÍ, a la conservación y rehabilitación del Elorrieta, patrimonio de los montañeros penibetistas de Sierra Nevada.

arqueologo58 dijo...

Hace 90 años (en 1.932, cuando nació mi padre), habría leído sobre la nueva y flamante puerta del Refugio “Elorrieta”: “Para abrir alcen el picaporte. Siempre abierto, confiado a la hidalguía del caminante”... sin embargo, hoy sólo veo el fantasma del pasado, todo arruinado y dejado por los hombres… de la mano de Dios… qué sensación de tristeza… unida a la preocupación por el estado físico de Aurelio, que en cuanto sobrepasa el umbral de los 3.000 metros, su cuerpo (aclimatado y acostumbrado a la altitud de las Vegas del Poniente Granadino) responde con angustia y ansiedad, que es pasajera, pero que mal se pasa.

Javier, a cada poco, se detiene para plasmar con su gran cámara de fotos, alguna panorámica o detalle botánico, que mostrará a sus estudiantes de la Universidad de Almería.

Cuando llegamos a “Verea Cortá”, una maravilla de construcción serrana (en piedra seca, con gruesas lajas de pizarra, milimétricamente colocadas) el caminar se hace más llevadero… hasta que llegamos a dos zonas en las que el sendero, aquí más bien, trocha expuesta, hace que pleguemos los bastones, pues necesitamos las dos manos para agarrar la cadena, anclada sobre la piedra, y poder salvar, con mucha precaución y prudencia, éstas “dificultades” en el camino.

Cuando veo el Refugio del Caballo, me siento y espero la llegada de los compañeros… la vista es relajante… pero estoy ya muy cansado, anoche no pude dormir… y el esfuerzo que estoy haciendo a ésta altitud, va mermando mis fuerzas y mis reflejos… bebo agua, pero siento la boca “seca”.

… poco después, al pasar junto a la Laguna del Caballo, camino del Refugio, Eva comenta que, desde la cumbre del Cerro del Caballo, la Laguna se asemeja al “bocadillo” de un cómic: por la colita de desagüe que tiene… afirmación, que comprobamos unas horas después, cuando tras descansar en el Refugio, subimos para hacer cumbre junto al vértice geodésico. La pena es que la bruma difumina el horizonte y la visibilidad no es lo buena que nos hubiera gustado… veo bien la Laguna de El Padul… pero no, mi casa… Aurelio, ha subido también, ya se ha recuperado.

Ésta noche tampoco he dormido… o quizá, he soñado que no dormía… es lo mismo… no he descansado… y hoy hemos de descender, casi 2.500 metros de altitud, hasta llegar al casco urbano de Lanjarón. Luís me apoya con su ánimo, indómito y aventurero. En ese trayecto de bajada, me llaman la atención, la vista, en la lejanía, de mi pueblo (Salobreña) y sus playas… las frías y cristalinas aguas del manantial, donde bebemos y reponemos, con ayuda del jarrillo de lata, el contenido de nuestros botes, botellas y bolsas… las lajas verticales de pizarra, a modo de mojón indicador del trazado del zigzagueante sendero… los pinos, tumbados, por la avalancha de un invisible alud… las ruinas del Refugio Ventura (valladas en su perímetro, para que el montañero pase de largo)... que la distancia, es muy, muy relativa, pues los kilómetros, aquí, me parece que tienen mucho más de 1.000 metros… y todo es por el cansancio… el Refugio de Tello, me decepciona: por el tubo metálico del pilar, asolanado, sólo cae un hilillo de agua calenturienta y la temperatura, a ésta altitud, y en el mes de Agosto, ha subido bastante… la parada que hacemos al cruzar el puente sobre el río Lanjarón, es de lo más reconfortante: me descalzo y me siento sobre una piedra, con los pies en las gélidas aguas, oyendo el atronador sonido de la cascada… es lo último agradable que recuerdo de la Ruta… el resto, hasta llegar a Lanjarón, se queda para mí, por lo mal que lo pasé (físicamente hablando… ) y es que, aunque he disfrutado, a lo grande, de la Sierra y sus maravillosos parajes, la Naturaleza, me ha puesto en mi lugar: en el más bajo y humilde peldaño de su escalafón… y he de agradecer a mis compañeros de ruta, la vital ayuda que me prestaron… a 50 metros de la Fuente del Grillo… porque, yo ya, no podía dar ni un sólo paso… Muchas Gracias, Amigos.

Tito Ure dijo...

Buenas noches, para mi ha sido un placer caminar con vosotros aunque llegar a los 3000 sea un sufrimiento, me merece la pena, las vistas son maravillosas y eso no se puede explicar hay que subir para verlo.
Me alegro de tener unos compañeros tan buenos como vosotros.

BikerVva dijo...

Personalmente, la realización de esta ruta me ha supuesto el cumplir dos, ansiados por mí, objetivos o metas serranas: la de hacer "alta" cumbre en el Cerro del Caballo y la de conocer en su totalidad el precioso Valle del Lanjarón, con todos sus pisos bioclimáticos incluidos. Ambos, creo, los he conseguido sobradamente, así que satisfacción total y a seguir pensando en nuevas rutas.

Me queda la sensación amarga de no haber sido capaz de leer, interpretar y adecuar la dureza del tramo final de la etapa: Casa Tello - Lanjarón (5 kms), que se hizo extremadamente penoso, no solamente por el infernal estado del terreno con dura pendiente en bajada y "piedrolos in misericordes" para complementar, sino, sobre todo, porque se nos vino encima y como a traición, toda la calor del mes de agosto al mediodía, con las chicharras a reventar y secanales de almendros con total escasez de sombras. "Sol de macetilla" sobre nuestras cabezas que hizo eterno el avanzar de nuestros pies, cada paso era un suplicio. El fantasma del golpe de calor, estuvo planeando sobre nosotros, ya que, aunque el agua no faltó, la sensación de boca seca, reseca y lengua pegajosa tampoco. ¡Con lo fácil que hubiera sido quedarnos a descansar y refrescarnos en las acogedoras sombras y aguas del rio Lanjarón, avituallarnos tranquilamente y echar una buena siesta, para al atardecer, bien entrada la tarde, haber acometido el tramo final hasta Lanjarón! ¡Vamos, como para que nos hubieran dado un par de guantazos a cada uno por tontorrones! En fin, hay que tomar nota y aprender de los errores, eso dicen que es de sabios.

Resumiendo, y sin lugar a dudas, lo mejor de todo, y a pesar de los ronquidos, la excelente compañía y camaradería de unos estupendos compañeros/as de viaje y de aventura. ¡Abrazotes apretados!

Y no quiero terminar sin dejar de comentar como algo muy positivo y cómodo, el acierto que tuvimos de contratar al "Taxi Mesía", que nos quitó muchos quebraderos de cabeza y pérdidas innecesarias de tiempo y esfuerzo. Muchas gracias, Juanma por tu gran cordialidad y profesionalidad.

Javier Cabello dijo...

Para mi estas salidas nevadenses veraniegas son fundamentales. Me permiten reencontrarme con parte de la familia, con excelentes amigos,y bellos paisajes que fueron referente de mi adolescencia. Además son dos jornadas de caminata que aprovecho para reflexionar sobre el funcionamiento de la naturaleza y volver a cargar mi mochila de valores personales que me ayudan en mi trabajo para conservar los ecosistemas. Más allá de este sesgo profesional, la experiencia es muy enriquecedora, los compañeros de viaje son un ejemplo a seguir y de los que aprender. En realidad ellos mismos son parte de esos valores a los que refería. Compañerismo, solidaridad, esfuerzo, respeto, buen humor, amor a la naturaleza,comprensión, ...., son aspectos tan relevantes para mi, como la propia belleza del paisaje. Gracias por acogerme en el grupo.

Javier Cabello dijo...

Con respecto al diseño de la ruta estoy de acuerdo en pasar las horas de calor junto al río Lanjarón hasta que caiga la tarde, y después afrontar los últimos 5 km. Además se podría empezar un poco antes para llegar con menos calor a Tello. Otra opción a futuro es quitar los tramos finales que son los que realmente pesan debido al calor, haciendo que nos recogieran (o dejar los coches) en los sitios a los que llegamos antes de las horas fuertes de sol (e.g., Tello, Ermita Vieja). Por último señalar, que debemos tener cuidado, cuando tengamos duda de si estamos en condiciones de afrontar lo que queda de ruta, lo mejor es tomar siempre la opción más prudente, no merece la pena hacer un exceso que tenga mal final. Con el arroz pasa lo mismo, si hay duda sobre apagar el fuego porque el grano aún parece duro, lo mejor es apagarlo, no merece la pena correr el riesgo de que se quede blando y echar a perder la paella.

Ereita dijo...

Sierra Nevada... A lo largo de esta ruta hemos podido analizar desde muchas perspectivas sociales, ambientales, económicas las diversas posibilidades que ofrece. Empezando desde el "Parque temático" hasta zonas naturales y salvajes. Sierra Nevada tiene para todos. Pero siempre con el máximo respeto al entorno.