Vértice geodésico del Tajo del Sol en la Sierra de Madrid |
Hoy tocaba explorar parajes y nuevas posibilidades de la Sierra de Madrid (Íllora) y en concreto había llegado el momento de descansar de la subida hasta el vértice geodésico ubicado en el Tajo del Sol que cuenta con un lugar privilegiado para contemplar la cara sureste de la Sierra de Parapanda.
Después de disfrutar de tan magnífico mirador, empezamos a quejarnos de lo "guarra que es alguna gente". No hay punto estratégico en la montaña que no esté contaminado de restos de cáscaras, plásticos y otras lindezas. En fin, ¡qué le vamos a hacer!
Terminadas las habituales protestas, echamos mano a la bolsa de plástico que siempre llevamos preparada para esto y pasamos un ratico recogiendo todo lo que encontrábamos, siendo esta nuestra pequeña contribución activa para mejorar nuestro entorno. Mientras unos ensucian, a otros les toca limpiar. Al poco rato, todo estaba relucientemente natural, la bolsa de residuos en la mochila y nosotros dispuestos a reemprender el regreso.
Terminadas las habituales protestas, echamos mano a la bolsa de plástico que siempre llevamos preparada para esto y pasamos un ratico recogiendo todo lo que encontrábamos, siendo esta nuestra pequeña contribución activa para mejorar nuestro entorno. Mientras unos ensucian, a otros les toca limpiar. Al poco rato, todo estaba relucientemente natural, la bolsa de residuos en la mochila y nosotros dispuestos a reemprender el regreso.
Siluetas giran en el cielo |
De pronto, unas inesperadas siluetas se recortan en el cielo, sombras inmensas emergen del tajo y empiezan a girar cogiendo altura, círculos concéntricos que van agrandándose con nuevos ejemplares. Primero son una decena, luego contamos hasta 23 buitres negros, y dos nuevas bandadas van uniéndose a tan singular baile, hasta cubrir el cielo, llegando de diferentes puntos y creciendo paulatinamente. Al final, y con mucha dificultad llegamos a contar más de 60. Lo nunca visto por estos parajes.
Siguen girando en espiral en el cielo, realizando un fabuloso baile sincronizado que te engancha hipnóticamente, allí se quedan como saludándonos mientras empezamos a caminar resistiéndonos a irnos entre los pinos.
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